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Lo adornan con oro y plata,
    y lo afirman con clavos y martillo
    para que no se tambalee.

»Sus ídolos no pueden hablar;
    ¡parecen espantapájaros
    en un campo sembrado de melones!
Tienen que ser transportados,
    porque no pueden caminar.
No les tengáis miedo,
    que ningún mal pueden haceros,
    pero tampoco ningún bien».

¡No hay nadie como tú, Señor!
    ¡Grande eres tú,
    y grande y poderoso es tu nombre!

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